Publicado en Mugalari, Gara. 16/01/09
El poder se ha hecho tan visible que descubrir sus armas o sus retorcidos mecanismos se ha convertido en una empresa bastante improductiva. Su presencia llega a todos los medios, formatos y segmentos de mercado. Ha sido capaz de invadir espacios que parecían liberados y de negociar con las imágenes hasta conseguir una panorámica global de nuestro mundo actual y empaquetarla con destino a la historia.
Las “imágenes del año”, con las que se suele cerrar el curso, es el mejor ejemplo de esta manera de dar forma a la memoria; es al fin y al cabo un formato comprimido del modo en el que se manifiesta a diario ese poder informacional en prensa, radio y televisión. Pero probablemente esta operación no obedezca tanto a una selección de contenidos como a una omisión de temas. Hoy en día es cuando más imágenes tenemos de nuestro mundo porque ya todos somos proveedores de las mismas; pero del mismo modo que la proliferación y circulación de imágenes se dispara, las imágenes “que mandan”, las que de verdad gobiernan en nuestra retina, lo hacen con una fuerza y pregnancia desconocida también hasta hoy. El resumen de un año en imágenes es una de esas formas de reduccionismo en las que se hace fuerte y visible ese poder mediático, a veces líquido, a veces gaseoso, siempre capaz de infundir miedo o de conmover. El ranking del que se nutre esa selección de imágenes será resultado de una dura competencia de intereses muy diversos, en el que la eficacia vendrá dada por la calidad y la vistosidad de la imagen, esto es, por su visualidad, pero también por su visibilidad, que conllevará indefectiblemente la invisibilidad de otras imágenes. En este mundo repleto de imágenes hay imágenes que tapan a otras imágenes. A veces encontrar imágenes debajo de las imágenes que nos llegan por defecto, nos descubre que hay otras maneras de ver las cosas. Es difícil buscar ahí debajo porque no hay ni margen ni herramientas accesibles. Y es difícil también encontrar un sinónimo para la palabra “imágenes”.
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