Publicado en Mugalari / Gara 30/01/09
Por si quedaba alguna duda de que el espectáculo es capaz de engullirlo todo, no hay más que ver cómo el caso Guggenheim – Cearsolo ha servido para alimentar una intervención de gran aparato mediático sin que la política cultural se despeine ni una pizca. Runrún lejano, leves movimientos en los escaños, emocionantes momentos de afrentas y de apoyos sin que la incomodidad o la perturbación de los actores les lleve a plantearse, quizá, un poquito de humildad, ni mucho menos un replanteamiento serio de ciertas actuaciones.
En el otro extremo, hemos sabido que, desde el mismo gobierno que no se despeina, se pone en marcha un estudio que busca un modelo para la valoración del trabajo creativo de los artistas; una labor necesaria, reclamada desde hace mucho tiempo desde distintas asociaciones y colectivos, pero que tiene el peligro de caer en el agujero negro de las investigaciones que llevan a cabo las llamadas “empresas de análisis del mundo cultural”. No sabemos si la mediación cultural es cultura, pero sabemos que hace uso de sus recursos.
Así las cosas tenemos una primera división en la que la cultura irrumpe en el parlamento dejando abierta la puerta de la cocina y haciendo volar dólares y euros, mientras que en las categorías inferiores, todavía hay que explicar que el artista, en quien comienza toda ésta cadena productiva de la cultura, necesita algo de pienso para poder llegar a ser.
Entre estos dos mundos distantes, lejanos, se establece un vasto territorio de fricciones entre la producción cultural y las políticas culturales institucionales, un territorio difuso, sometido a un aparato normativo que en ocasiones lo hace irrespirable y en el que hay que inventarse a cada paso nuevas formas de supervivencia. En otras zonas del mismo territorio se inventan nuevas formas de abordar los recursos públicos de la cultura: la tecnificación del aparato cultural se equipara a la sofisticación de la moda más rabiosamente indeterminada.
Al observar este paisaje oímos de fondo la celebración de la trikitixa multicultural.
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