T.N.

Publicado en Mugalari, Gara 09/10/09

No es fácil ser artista maldito. Requiere una serie de aptitudes que no todo el mundo posee. Pero T.N. era obstinado, por eso se esforzaba en transitar envuelto en una nube de polvo venenoso e hiriente, manteniendo alejado de sí toda vibración sospechosa de fertilidad. Sonrisa torcida, mirada retuerta, espasmo y agitación en sus gestos…
T.N. mantenía a raya el impulso liberador que en ocasiones le sobrevenía con una intuición creativa y conseguía convertirlo en impureza flameante.
Se dice que las pocas veces que entraba en comunicación con alguien contaba que en su ejercitado control de los instintos había llegado a mover con la mente montañas y paisajes para destrozarlos a continuación con una caída de ojos.
Estar en contra de todo significaba un duro trabajo que él asumía como parte de una extenuante carrera cuya meta era ni más ni menos que ser reconocido como artista maldito. Y efectivamente estaba armado con mil respuestas, desplantes y caretas para llevar su plan hasta el final.
Pero todo este mecanismo de producción punzante que mantenía la vida de T.N. sujeta a una convicción, y por tanto sometida a la fe en su proyecto, se desmoronó por completo al conocer a N.T.
El perfil de N.T. no cumplía precisamente con el cliché del artista maldito, quizá porque todo lo que hacía estaba libre de ambición. No esperaba nada de nadie. Llamaban a su trabajo “arte” sin que a él le preocupase cuál era la intención última de esa catalogación. Su desacuerdo perpetuo y su divergencia radical era entendida por todos como de “baja intensidad” y por tanto inútil o inocua, y es que la desconfianza en los amplificadores del reconocimiento y en los altavoces de la cultura le habían llevado a trabajar con sus propios medios y desde la anonimia.
Cuando T.N. conoció a N.T. y cuando N.T.conoció a T.N. , que no es exactamente lo mismo que decir “cuando ambos se conocieron”, decidieron crear el colectivo T.N.T.

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