Publicado en Mugalari, Gara 9/04/10
Deberíamos preguntarnos por qué el prefijo “post” (“detrás de” o “después de”), ha proporcionado tanta elasticidad a las vanguardias, trayéndolas hasta nuestro momento presente cada cierto tiempo como en un eterno retorno; y por qué se hace tan difícil escapar de él si no es por la vía del “hiper”. Apelar a un periodo histórico nuevo y conseguir poner en circulación un concepto que lo defina, ya sea apuntalándolo a base de prefijos, apellidos, mediante aplicaciones locales o a través de hibridaciones varias, resulta ser una de las marcas más prestigiosas para quien quiera un lugar en la fiesta artística, cultural o editorial. La modernidad líquida de Zygmunt Bauman, la hipermodernidad de Gilles Lipovetsky, o la posmodernidad tardía y la postproducción de Bourriaud, son sólo algunos ejemplos de esa lectura de la contemporaneidad que nos sitúa en un presente sostenido cuyo verdadero anhelo se encuentra en hacerse con el futuro.
La práctica artística actual, cada vez más lejos de lo social y más cerca del sociologismo, ha sabido acomodarse en estos términos ya prefijados, si bien en contadas ocasiones es posible asistir al proceso inverso: el arte y los artistas sirviendo de referencia en la formulación de teorías contemporáneas con verdadero recorrido en el pensamiento crítico. Cuando esto sucede, y es posible verlo en proyectos (e incluso en exposiciones), recuperamos cierta sensación de sincronía con nuestro tiempo y dinamitamos la diferencia entre pensamiento y acción. Cuando esto sucede la propuesta artística se reclama a sí misma en la esfera mediática recuperando el lugar que le corresponde como espacio y escenario para el discurso. Porque si lo “post” nos determina un campo de acción ya conocido, el objetivo ha de ser la apertura de horizontes de experimentación más allá de lo convenido.
Sin duda hay tema para un “post”, pero entendido ahora como un mensaje en el contexto “blogosférico”.
1 comentario:
bonito post
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