Publicado en Kultura, Gara 21/03/12
Alguien
intenta avisar a la gente que disfruta con desenfreno en una pista de baile de que
en realidad están bailando en las tripas de un monstruo, pero la fiesta
continúa.
Durante
mucho tiempo y en numerosos planes políticos se ha hecho referencia al
denominado “valor cultural”, y aunque sabíamos que para ellos la cultura solo
era valiosa en su contribución a la economía, hemos seguido bailando en sus
tripas sin poder oír los avisos de ese alguien. Hoy, al acabar la sesión, vacío
el local, cuando se han encendido las luces de la sala y la bola de espejos ya
no lanza destellos, vemos el estado de la cuestión. En este proceso que ha sido
la sala de fiestas de la cultura hemos comprendido el metabolismo del sistema,
hemos podido vivir desde dentro la digestión del monstruo y hemos visto en
acción los jugos gástricos que han hecho viable la situación de descomposición
que ahora enfrentamos a bordo de una frágil embarcación… Lo escatológico
siempre da mucho juego.
Observar
el proceso de transformación de las políticas culturales, su genealogía y su
deriva, es siempre interesante en un ámbito local porque nos ofrece un reporte
muy vivo de la progresiva evacuación ciudadana de las responsabilidades
públicas. Observar estas transformaciones en un ámbito más amplio, quizá
global, nos sitúa ante la estetización de la política, algo que da bastante
miedo.
Cuando
recordamos la escena de la pista de baile nos preguntamos quién era ese alguien
que nos avisaba convencido de que estábamos en las tripas del monstruo. Si
diéramos por bueno que el arte, en cierto modo la conciencia de una época, es capaz
de atravesar la pista para cruzarnos la cara, estaríamos ante la supervivencia
de la utopía.
2 comentarios:
Eso, que nos cruce la cara: mejor que les cruce la cara a los políticos, mercaderes y participantes en la fiesta
hahaha, sí, un buenos soplamocos para empezar... gracias por el comentario !!
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