Publicado en Kultura, Gara 04/04/12
Se
diría que todas las políticas culturales operan coordinadamente bajo una misma
ingeniería de la representación y el simulacro. Parece claro que el debate y la
crítica cultural se ahogaron hace ya tiempo y que en su lugar espectros de todo
tipo vagan por nuestro territorio.
¿Dónde
está y de qué ha servido toda la producción generada por Tabakalera en sus
diferentes procesos de incubación: dossiers, escritos, prensa, planes…?
Tabakalera podría llegar a ser con el tiempo todo un parque temático de su
mismo proyecto, un recorrido por su “no historia”. De ser así obtendríamos al
menos algo de vuelta, revertiría en lo público la crónica de esa confusión (que
no complejidad) cultural que llegó a adquirir la misma forma que el laberinto
burocrático que lo acechaba y que sigue funcionando de modo fantasmal en la
agenda política.
El
caso de Krea, en Araba, es igualmente un monumento espectral, una pirámide
construida en base a veleidades de gran tamaño y promocionada desde una burbuja
de gases letárgicos. Algo nos hace pensar que su sede, ahora deshabitada,
pronto servirá a nuevas generaciones de zombis entregados ciegamente al
emprendizaje.
Si
todavía alguien se acuerda del caso “Guggenheim 2”, ha de saber que un proyecto
sorpresa sobrevuela Urdaibai para hacernos olvidar aquellos malos ratos y
volver la mirada sobre la naturaleza. Pero no sobre aquellos paisajes en donde
suena el molesto zumbido del fracking.
Desde
Lakua y a través de Eremuak se quiere potenciar “el contexto local y su inserción en contextos globales”, pero
nadie dijo nada de la fulminante cancelación del proyecto Amarika, en Gasteiz,
un contexto al que se quiere convertir en un nuevo espectro.
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