Foto de Arantza Lauzirika. Sol, mayo de 2011 |
Publicado en Kultura, Gara 16/05/12
Al mirar a la calle un día después, un año después, y observar la rehabilitación del espacio público que el movimiento 15M ha llevado a cabo se descubren marcas imborrables. Pero vemos también la criminalización generalizada de la protesta. Descubrimos huellas que van más allá del discurso, que no atienden ni a diagnósticos ni a tratamientos porque atraviesan ingeniosamente una conciencia colectiva a la que se le había perdido la pista. Y entendemos entonces el mecanismo defectuoso de esta democracia.
Al mirar a la calle un día después, un año después, y observar la rehabilitación del espacio público que el movimiento 15M ha llevado a cabo se descubren marcas imborrables. Pero vemos también la criminalización generalizada de la protesta. Descubrimos huellas que van más allá del discurso, que no atienden ni a diagnósticos ni a tratamientos porque atraviesan ingeniosamente una conciencia colectiva a la que se le había perdido la pista. Y entendemos entonces el mecanismo defectuoso de esta democracia.
Al mirar las plazas un año después seguimos
dando sentido a ese cúmulo de situaciones espontáneas en las que la creatividad
ha sido un fermento imprescindible; entonces nos preguntamos, ¿qué separa o qué
identifica ese fermento creativo con lo que comúnmente se entiende por arte?,
¿de qué distancia hablamos? Probablemente sean todas estas preguntas las
mejores aportaciones cuando se mira hacia atrás y también el mejor punto de
partida para mirar hacia adelante.
Sabemos que hoy las instituciones son
capaces de absorber la crítica a fuerza de repetición y banalización, sabemos que
el arte de hoy no consigue escindirse del caudal de imágenes mediáticas para
situarse en una posición propia y, sin embargo, hay burbujas que siguen en el aire.
Jean Paul Sartre en un artículo de 1950
dedicado al artista y su conciencia, escribe: “La revolución social exige un conservadurismo estético, mientras que
la revolución estética exige, a pesar del artista mismo, un conservadurismo
social”.
Puede que los términos hayan variado, pero la
cita sigue siendo útil. Pasado el tiempo, la fricción entre la circunstancia
del arte y la circunstancia social sigue siendo productiva.
2 comentarios:
"Sabemos que hoy las instituciones son capaces de absorber la crítica a fuerza de repetición y banalización, sabemos que el arte de hoy no consigue escindirse del caudal de imágenes mediáticas para situarse en una posición propia".
Me parece que hay más creatividad ahora en la calle y el feisbuj que en las galerías, instituciones de la cosa, y talleres y estudios de artistas.
Las "obras" de artistas -no digo escritores- sobre o en torno al 15M y sus alrededores son patéticas de puro egocentrismo, narcisismo, banalidad y oportunismo.
Saludos
Sí, es así...
Creo que el verdadero problema es que en cuanto queremos aislar y etiquetar como "arte" las diferentes aportaciones que puedan darse en los movimientos sociales todo se desintegra.
Creo que hay una ansiedad tremenda por hacer ver que el arte está presente en todo esto, pero en cuanto se señala hay algo que pierde toda su fuerza. Es una vieja historia, no?
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