Publicado en Kultura, Gara 30/05/12
Ruinas del Teatro Michigan (Detroit), convertido en un parking |
La crisis sistémica de la segunda década
del segundo milenio trajo el progresivo desmantelamiento de las políticas
culturales, así como el paulatino abandono de las infraestructuras y de los
edificios que dieron cabida a bibliotecas, centros de producción y museos. Durante
muchos años su mantenimiento fue posible gracias al voluntarismo de personas,
asociaciones y colectivos que heroicamente intentaron dar continuidad a las programaciones
y que asumieron la gestión de los contenidos como una labor consustancial a su militancia
cultural. Pero con el tiempo, todo el ladrillo que había sido inaugurado bajo
el boom de la burbuja turístico –
espectacular – cultural – artística comenzó a presentar graves deterioros. Eran
demasiados metros cuadrados, demasiada energía, demasiado esfuerzo para una
comunidad menguante que había asumido una responsabilidad pública como forma de
lucha contra el despotismo económico y contra el apagón educativo programado.
Tras varias décadas, las humedades, las grietas
y toda clase de averías y desperfectos arruinaron los archivos, las casas de
cultura y las salas de los museos. La digitalización se hizo restrictiva y la pérdida
de memoria colectiva separó a las personas de su historia, de sus semejantes y
de su futuro.
Pero cuando las ruinas de los museos y de
los teatros fueron ocupadas por nuevas generaciones que habían perdido su casa
y su miedo, la cultura recuperó sus lugares, su dignidad y su espacio. La cultura
se rehabilitó y se habitó. Comenzó así una nueva época en la que las personas
entraron por fin en diálogo directo con la vida, sin más interferencias ni
servidumbres, sin más preocupación que la de no caer en los mismos errores.
Tomo prestada la imagen de este interesante sitio
Tomo prestada la imagen de este interesante sitio
2 comentarios:
Bien dicho. Esperanzador. Por cierto, los edificios se deterioraron rápidamente, pues al calor de la burbuja, la construcción de aquella época fue infame, malísima, un auténtico timo a tantasmil.
Encima eso, la calidad de los edificios dejaba tanto que desear que pronto las grietas dieron paso a la flora y la fauna locales. Esto supuso el florecimiento interior bruto de signos de vida en el seno de la cultura, en sus edificios, en sus oficinas; el simil estaba servido. La burbuja sirvió de invernadero...
Gracias diletantes !
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