Publicado en 7ka / Gara 28/09/14
Lo
primero que nos viene a la cabeza es aquella máxima entusiasta que reclamaba
“¡queremos bienales todos los años!”. Sin duda la característica festiva de las
bienales artísticas, todo el movimiento que genera a su alrededor y el
escaparate que ofrece, viene siendo en las últimas décadas todo un filón
económico para ámbitos extra-culturales, además de propiciar otro tipo de
beneficios de carácter simbólico.
Pero
también es verdad que su intento “panóptico” o al menos “panorámico” de la actualidad,
así como su cualidad prospectiva, nos brinda siempre interesantes aspectos para
el análisis, para la crítica y para la murmuración.
De
modo que las denominadas “políticas de bienalización”, así como los grandes eventos
en los que se sustenta la cultura (véase capitalidad cultural), constituyen uno
de los pocos dispositivos de producción que sobreviven, una vez que la
articulación de políticas locales, estatales, transnacionales, olvidaron
definitivamente el tejido creativo, para la atención al arte joven, a la
movilidad, a la promoción internacional, etc.
Pero
toda esta soliviantada introducción viene al caso por la ineludible presencia
en la crónica cultural de un evento como la 31ª Bienal de São Paulo (bienal.org.br) a celebrar entre el 6 de septiembre y el 7 de
diciembre del presente año con el sugerente lema "Como
falar de coisas que não existem". Se trata de la misma bienal en la
que brilló nuestro Jorge Oteiza en la edición de 1957 y en la que participan
ahora dos artistas vascos Asier
Mendizabal (Ordizia, 1973) y Juan Pérez Agirregoikoa (Donostia1963). El vínculo
principal entre la Bienal y nuestro territorio creativo ha sido el
Instituto Vasco Etxepare, además de la presencia en el equipo curatorial de
algunos nombres que conocen y que han trabajado en nuestro contexto, como Nuria
Enguita.
Precisamente
Mendizabal realiza para esta cita una obra con la que reinscribe críticamente,
en el contexto del arte contemporáneo, el proyecto escultórico y las ideas de Oteiza
en Latinoamérica. Su propuesta consiste en una serie de esculturas instaladas
en diversos enclaves del pabellón de la Bienal, basadas todas ellas en el
monumento al poeta peruano César Vallejo realizado por Oteiza en Lima, en 1960.
Se trata de composiciones abstractas en las que Mendizabal aborda las
contradicciones que presenta una propuesta en la que coinciden cuestiones como
abstracción, compromiso, lenguaje y significado.
Juan Pérez Agirregoikoa ha trabajado en los últimos años en
la subversión de discursos relativos al poder y a la obediencia. Para esta
Bienal, Agirregoikoa ha
realizado una película filmada en la periferia de São Paulo que toma como
referencia “El evangelio según San Mateo”, dirigida por Pier Paolo Pasolini en
1964 y en la que el artista cuestiona la visión del mundo impuesta por la
religión.
Sao Paulo es un lugar central en la actividad artística contemporánea y la
pujanza económica del país da lugar a un escenario convulso y conflictivo. Las
llamadas bienales periféricas están creando sus propias redes y abriendo
canales de comunicación, lo que puede resultar valioso para el propio contexto
social y cultural. Se trata de que este tipo de bienales ofrezcan un lugar para
la traducción cultural y para los encuentros transnacionales. Pero por otro
lado se han convertido también en una especie de marca. Es inevitable, el arte
se verá siempre en este tipo de encrucijadas, simplemente porque es su lugar
natural.
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