Publicado en 7ka 28/12/14
Toca balance. Se suele hablar por estas fechas de “las
exposiciones del año”, una selección que a pesar de su ligero planteamiento es
capaz de contribuir a la memoria cultural. En estos resúmenes quedan reflejados
aspectos como el éxito de público, la polémica, la flamante inauguración o los
retorcidos datos económicos. Aún sabiendo que este tipo de reportes favorecen
el reduccionismo y la anécdota, y que la experiencia artística es siempre algo
subjetivo, no podemos resistir la tentación de recordar algunas de las citas expositivas
que han dejado huella.
Como viene sucediendo en
los últimos años, Bilbao Arte celebró sus jornadas de body art allá por los meses de verano.
En esta cita, que cada año cuenta con más repercusión, se revisan y se recrean
algunas de las performances históricas relacionadas con el cuerpo. Su
exposición final, en la que los cuerpos desnudos de participantes y vecinos se
mostraban en la sala como un tapiz digno de las fotografías de Spencer Tunick,
fue una de las noticias artísticas más destacadas, sobre todo a partir de las
quejas realizadas por algunas asociaciones católicas y el debate surgido en
torno a la financiación pública de este tipo de eventos, en los que según
algunos “hubo más que desnudeces”.
El programa “La Obra
Invitada” del Museo de Bellas Artes de Bilbao, que dio comienzo en 2001,
acerca al público obras temporalmente cedidas por otras instituciones y que en
el museo adquieren un nuevo significado en el contexto de la colección
permanente. Zurbarán, Tintoretto, Canaletto, Monet, Picasso o Turner son algunos
de los autores que han pasado por este ciclo. La sorpresa llegó este año en
Marzo, cuando su director presentó dentro de esta cita una tira de Don Celes,
el conocido personaje de una tira cómica. La opinión pública de Bilbo se
dividió ante esta circunstancia. Para algunos el calado popular de este
singular anti-héroe era digno de este marco expositivo; para otros sin embargo
significaba la consumación estética del bilbainismo. La exposición supuso todo
un récord de visitantes y aseguran que se está pensando en dar cabida a otros
personajes del imaginario popular bizkaitarra.
Es bien conocida la
afición de algunos políticos a la práctica pictórica. Así, hemos tenido noticia
de algunas exposiciones de George W. Bush o de Henry Alfred Kissinger, entre
otros. Cuando el pasado octubre se anunció que la firma del nuevo convenio con
el Guggenheim incluía en la programación una muestra de algunos
importantes políticos estadounidenses, saltó la alarma. Por primera vez,
algunos medios se percataron de la escasa presencia de artistas vascos en las
intenciones del buque de titanio, dando lugar a un movimiento asociativo que
promete plantar cara no solo a esta situación de indiferencia sino a otros
desmanes que vienen teniendo lugar en las relaciones laborales que se
establecen entre el tejido creativo y las instituciones culturales de Euskal
Herria.
Pero sin duda las mejores
muestras del año son aquellas exposiciones que nos han hecho apreciar nuestro
mundo desde una nueva perspectiva, porque el arte es, ante todo, aquello que es
objeto de experiencia estética. Una experiencia que encontramos en la
reconfiguración de los espacios y tiempos de nuestra sociedad, y que
encontramos también en su capacidad de ficción, como la ficción que aquí hemos
presentado. “Las mejores exposiciones del año” son una ficción bromeada en el
día de los Santos Inocentes.
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