A la vista de algunas exposiciones puede plantearse
la idea de un reencuentro del arte actual con la cultura popular. Sin duda es
un tema para el debate porque las generalizaciones no suelen funcionar en este
ámbito tan diverso, pero parece lógico pensar que la debilitada conexión entre
arte contemporáneo y sociedad precisa cada cierto tiempo de un redescubrimiento
de nuestras marcas sociales, de un reflejo en el que vernos como comunidad.
Este abrazo tiene lugar a través de formas diversas; cuando la música popular
se encuentra con la vanguardia, cuando las costumbres más arraigadas y el folklore
se reactivan gracias a la potencia de las nuevas imágenes o cuando el arte se
sumerge en territorios fronterizos en donde hay que mirar de frente lo que
somos o lo que nos define.
La exposición "Blackis Beltza", que
presenta Alhóndiga Bilbao es un jugoso proyecto expositivo de Fermin Muguruza
en torno a la novela gráfica del mismo nombre creada junto al escritor Harkaitz
Cano y el ilustrador Jorge Alderete. Lo mejor del caso es que el punto de
arranque de esta muestra está en un “click” mental, en un desplazamiento
espacio - temporal que es capaz de activar todo un dispositivo de exposición.
Primero el cómic como resultado, luego todo el material utilizado para
construir dicha historia y además una serie de actividades en torno a la imagen,
la música, el cine, la literatura o la gastronomía. Muguruza comentaba: "Desde que observé la foto tomada en
New York en el año 1965 en la que aparece la comparsa de los gigantes de
Pamplona, imagen típica de las fiestas de San Fermín, desfilando por la 5ª
Avenida de New York, y el pie de foto en el que se podía leer que debido a los
disturbios raciales, se prohibió la participación en el desfile a los dos
gigantes negros, supe que aquí había una historia".
Las siete fotografías de
los gigantes de Iruña que ha cedido el Archivo Municipal de Pamplona a través
de la colección fotográfica de José Joaquín Arazuri funcionan como un sugerente
enganche para abordar las fricciones insospechadas que se establecen entre las
diferentes formas de lo popular, los conflictos sociales y un mundo en
ebullición cultural. La ficción a la que da lugar se abre en canal para mostrar
su proceso creativo en esta muestra que permanecerá hasta febrero de 2015.
Lo popular tiene sonidos
de discoteca en la propuesta de Rineke Dijkstra, en el Guggenheim Bilbao.
La videoinstalación titulada “The Krazyhouse (Megan, Simon, Nicky, Philip, Dee)2009, es una aproximación a la cultura de club, a las formas de ocio y de
expresión de la juventud actual. Cinco adolescentes bailan de forma solitaria
para la cámara al son de la música de su generación. Ante un fondo blanco, en
un improvisado estudio anexo a la discoteca (The Krazyhouse, Liverpool), la
imagen de estos jóvenes bailando constituye un sobrio y a la vez profundo
retrato de una época a través de sus protagonistas. Todo lo esencial del
retrato clásico está aquí presente en la textura del vídeo: planos medios
intercalados con primeros planos de rostros, luz áspera, audio sordo en segundo
plano y, sobre todo, la fascinación que provoca la ceremonia tribal de la
noche.
La supuesta eliminación
de las barreras entre la alta cultura y la cultura popular que tanto juego dio
a la posmodernidad, se muestra cada vez de manera más intuitiva y menos
impostada. Pero esto es solo una suposición, lo que importa es seguir
encontrando preguntas y respuestas en nuestro panorama artístico.
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