Espacios y lugares


Publicado en 7ka, 01/03/15

Las coordenadas espacio-temporales son determinantes en el proceso de creación, y lo son en muy diferentes niveles: histórico, formal, experimental. El tiempo puede ser protagonista no solo en aquellas disciplinas audiovisuales o interactivas, sino en aquellas en las que se postula como temática o como argumento. De igual modo que el espacio no es exclusivo de la escultura sino que abre vías de investigación en todas las demás disciplinas.
En su Poética del espacio, Gastón Bachelard distingue entre espacio: conjunto abstracto, indiferenciado, impersonal, y lugar: paisaje, espacio significativo, hogar, habitáculo. Amasar estos conceptos en el campo del arte es siempre llevarlos al extremo. Así, la pérdida de lugar, la “desubicación” como experiencia humana radical, que aparece cuando se han perdido todas las referencias y todos los caminos, es también un tema recurrente, un “lugar común”, valga la expresión.
En la desubicación, el lugar se vuelve espacio ilimitado porque todas las direcciones valen lo mismo. Por eso la experiencia de desubicación se vuelve un inquietante pozo para el arte, siendo su análisis y su estudio el único modo de situarse en un mundo.

Coinciden en la agenda expositiva de marzo varias exposiciones que tienen en el tratamiento del espacio un hilo coincidente. Marzo, el mes espacial.
La Sala Amárica de Gasteiz acoge hasta el próximo 12 de abril Almost Black, una exposición fotográfica de Jon Gorospe (Gasteiz 1986) que relata en 24 instantes su diario de viajes. Un proyecto que se ha prolongado durante cinco años y que condensa varios recorridos y destinos muy diferentes pero siempre conectados.
Se trata de un viaje abierto, que no cesa, y en el que el autor recoge instantes determinados que siempre nos sitúan ante la diferencia entre espacio y lugar.

El espacio arquitectónico, los espacios interiores y exteriores carentes de toda presencia humana es la característica principal de la exposición del pintor Javier Riaño (Bilbo, 1959) en la Sala Rekalde de Bilbo. Obras de gran formato panorámico que inciden en la magnitud de las construcciones y que nos abrazan para incorporarnos al escenario. Estos lugares realmente no existen, han sido simplificados, reducidos a elementos básicos: la luz y sus límites. Son espacios sin atributos específicos y dominados por la geometría de las formas. Aquí, es la pintura quien se obstina en convertir los espacios en lugares; el autor busca primero el extrañamiento, pero a continuación sentimos que es nuestra mirada la que habita estos lugares, que no cesan de transformarse.

José Manuel Ballester expone hasta el 31 mayo “Bosques de Luz” en la sala Kubo  de Donostia, una muestra que nos acerca los últimos ocho años de trabajo de este artista madrileño, pintor y fotógrafo, distinguido con el Premio Nacional de Fotografía 2010. El autor encuentra el motivo de su obra en los espacios de fricción que se dan entre la arquitectura y la ciudad, la pintura y la fotografía o entre lo artificial y lo natural. Ballester trabaja a través de series, como son los grandes espacios paisajísticos, desde China hasta Brasil; las naves industriales, a las que el artista señala como espacios desde los que contemplar el pasado y el futuro, y los museos, uno de los temas más representados en esta exposición.

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