Ilustración de Francis Picabia para "Literature" |
Puede parecer que hay temas recurrentes o que “siempre vuelven”, pero la realidad es que son temas inagotables; se abordan porque suponen invariablemente una experiencia creativa y un experimento formal, además de una tentativa de relación con la sociedad. El paisaje es uno de estos temas, siempre estuvo ahí y sin embargo siempre hay nuevas “panorámicas”, porque para construir visualmente el paisaje basta con cambiar la dirección de la mirada. La naturaleza cultural del paisaje extiende su horizonte desde la representación hasta la fantasía, desde la imagen hasta el concepto. El paisaje en realidad no existe, es fruto de nuestra invención; no es sino que se hace. Este constructo, que nos permite interpretar cultural y estéticamente las cualidades de un territorio, lugar o paraje atraviesa la historia del arte para plantarse en nuestros días con toda la fuerza (o todas las dudas) de lo contemporáneo.
Koldo Mitxelena Kulturunea presenta “Paisaiaren murmurioa - Cuando el paisaje habla”, una completa exposición que revisa el concepto de paisaje desde
diferentes perspectivas, temperaturas y matices. La incertidumbre está presente
en el paisaje de la artista Iranzu Antona (Iruñea, 1979). La poesía y el
paisaje se asocian en las obras de María Cueto, (Avilés, 1960). Arantxa Guereño
(Donostia, 1955) nos acerca una naturaleza abstracta; Álvaro Matxinbarrena
(Donostia, 1958) opta por el paisaje interior y autobiográfico. Pilar Soberón
(Lasarte, 1971) usa la fotografía y el silencio del frío, mientras que Jaime de
los Ríos (Donostia, 1982), propone visiones de un paisaje tecnológico. Las
fotografías de Iñigo Royo (Donostia, 1962) buscan lo irrepresentable del
paisaje, y las ruinas y la invasión implacable de la naturaleza aparecen en
las fotografías de Unai San Martín
(Eibar, 1964). La plataforma colectiva de artistas Soinumapa.net, actualiza el
mapa sonoro del Euskal Herria y Gentz del Valle (Lekeitio) recurre al poder
evocador del dibujo para sugerir una naturaleza compleja y femenina.
Precisamente,
lo femenino despunta como un grito en la exposición que presenta el museo Guggenheim Bilbao de la artista
francesa Niki de Saint Phalle.
Desde la década de los cincuenta y hasta principios de este siglo, la obra
de esta singular autora creció de una manera radicalmente libre. Saint Phalle
es conocida por su serie Nanas, realizada en los años sesenta del siglo
pasado, una personal visión del cuerpo de la mujer. Su obra siempre mantuvo una
crítica directa a los cánones estéticos y sociales del papel de la mujer y
ofreció una visión comprometida del matrimonio, la maternidad, etc. Este
carácter activista también se puede observar en series como Novias,
Alumbramientos, Diosas y Madres Devoradoras. La importante obra pública de Niki
de Saint Phalle queda también recogida en esta exhaustiva exposición. Pero
quizá lo más conocido de su obra sea la serie de pinturas titulada Disparos. La artista rellenaba bolsas de yeso
con pintura y disparaba sobre ellas con un rifle en happenings con la
participación del público. El resultado era un estallido de color que quedaba
plasmado en las telas. Ni que decir tiene que estas acciones resultaron muy
polémicas, abriendo un gran debate sobre los límites del arte y sobre el
sentido de la transgresión y la desobediencia en la vanguardia artística.
Los disparos de Niki de Saint Phalle resuenan hoy en el paisaje del arte contemporáneo
con el eco de una obra enigmática y comprometida.
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