La utopía y su contrario


Publicado en 7ka, 13/09/15.

La tragedia de miles de personas desplazadas de sus hogares, hacinadas en barcos o en campos de refugiados, han sido constantes durante este verano. Estas durísimas imágenes se servían en paralelo a las largas colas de la operación salida y la operación retorno de las vacaciones. Los turistas de una playa, rebozados en crema protectora, reciben alucinados a los pasajeros de una patera que llegan exhaustos hasta la orilla. Dos mundos que se encuentran.
Son contrastes que nos hablan de injusticia, de su cercanía y de su roce con nuestros cuerpos. Solo si entendemos el significado de este roce podremos entender la delgada línea que separa la utopía de la distopía. Pero, ¿cuál es el papel del arte en todo este panorama? Mallarmé publicó en 1897 L’Action restreinte (La acción restringida), en el que planteaba la capacidad de la escritura para escenificar las tensiones entre lo ideal y lo cotidiano. Quizá la única utopía posible esté en la “acción restringida”, y a la vez expansiva, del acto poético; quizá el arte sea uno de los últimos guardianas de la utopía, o quizá sea la utopía en sí mismo.

La Sala Rekalde de Bilbo presenta la exposición de Eduardo Gruber Gamechogoicoechea (Santander, 1949) hasta el 12 de Octubre bajo el título de “Utopía; el dibujo como manifiesto personal”. La muestra abarca una selección de dibujos de gran formato y complejos procesos de ejecución, perteneciente a diferentes series y realizada en las tres últimas décadas. El dibujo es aquí algo más que mera representación, su autor anota en la superficie del papel detalles o pensamientos, sobre los que vuelve una y otra vez durante el proceso de realización de la obra, consciente de convertir el dibujo en un espacio sin límites ni fronteras. Los cuadernos de viaje (1988-2004), son asimismo un perfecto soporte para su universo emocional, mental y reflexivo, un camino de aprendizaje hacia la utopía que nos muestra el arte.

También en la Sala Rekalde, en el denominado Gabinete Abstracto, y hasta el 20 de septiembre puede verse el trabajo de Ibai León (Bermeo, 1980). “Iñora” es el título de esta muestra en el que el paisaje es el argumento principal. Lugares, imágenes, pintura y volúmenes describen aquí un emplazamiento utópico. Se trata de enclaves inexistentes, paisajes concebidos como formas (como posibles esculturas), para la práctica del escapismo.

“En cuerpo y alma. Mujeres artistas de los siglos XX y XXI” es la exposición que puede verse en la sala Kubo de Donostia hasta el 27 de septiembre. Un recorrido de casi cien años de arte femenino, que va desde pioneras como María Blanchard hasta autoras recientes como Vitoria Diehl o Marina Abramovic. La exposición no se presenta tanto con el objetivo de abordar la discriminación de la mujer en el mundo del arte, ni como una exposición "reinvindicativa" del feminismo, sino “como una forma de contribuir a aumentar la presencia de las artistas mujeres en las salas y museos, que todavía es pequeña”, como apuntan las comisarias. El surgimiento del discurso feminista en los años setenta, su particular camino de utopía y la afirmación de su identidad colectiva como sujeto de cambio social fue capaz de superar el discurso de igualdad de la democracia liberal y de proponer la destrucción de los viejos códigos. Una utopía que encuentra en el arte motivos cada vez más importantes para su enunciación.


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