FFW



Publicado en 7ka 27/12/15 
Para Jean Luc Godard el cine es un instrumento de pensamiento original que está a medio camino entre la filosofía, la ciencia y la literatura, y que reivindica la subjetividad frente un discurso prefijado.
Todo arte es un préstamo obtenido de diferentes tipos de entretenimientos, rituales o ceremonias, y un arte como el cine atestigua a la perfección esta impureza a causa de su origen como entretenimiento popular. El empleo del término “impureza” en el cine remite a su relación con el mundo, con lo real, con todo aquello que roza su material sensible para revelar imágenes de su tiempo. Y es precisamente esta característica impura la que nos permite pensar sobre el cine, con el cine, desde el cine. Bendita impureza la de un arte como el cinematográfico.
Coinciden en la agenda cultural dos muestras que marcan de manera significativa el recorrido creativo del audiovisual, la vertiginosa conformación de su lenguaje y su fulminante evolución tecnológica. Se trata del recorrido que va de la muestra “Empieza el espectáculo. Georges Méliès y el cine de 1900” (hasta el dos de enero en los Jardines de Alderdi Eder, Donostia), hasta la exposición “The Cloud of Unknowing, (2011)”, del artista Ho Tzu Nyen, en el Guggenheim Bilbao (hasta abril del 2016).

El avance rápido (FFW) que nos permite ir de una muestra a otra, nos sitúa ante la panorámica más amplia posible del audiovisual en relación a las artes. La narrativa y el documental, lo espectacular y la sobria eficacia, la magia y la ideología; todo ello en poco más de un siglo repleto de teoría y de práctica amalgamada en una historia que da la vuelta al mundo por dentro y por fuera.

Si Georges Méliès representa la magia y la ficción en el cine es para recordarnos su coincidencia en el tiempo con los primeros pasos del documental o con el cine de las  vanguardias históricas; y todo lo que supuso, en fin, la fundación de un arte gracias a la aventura experimental de un puñado de artistas inquietos. La muestra que podemos ver en Donostia nos descubren cómo era el mundo en la época del autor e incluye varias de sus películas (que se complementan con una selección de films de los Lumière), fotografías de la época, carteles, dibujos y una maqueta del estudio de Méliès en Montreuil junto a objetos diversos, como la carpeta fantástica de Houdin (con quien trabajó el cineasta), aparatos cinematográficos, etc. 

En la instalación multicanal “La nube del no saber / The Cloud of Unknowing”, (2011), el artista Ho Tzu Nyen (Singapur, 1976) explora nuevas narrativas visuales y examina la importancia de la iconografía de la nube en la historia del arte recurriendo a la simbología y la semiología.
Esta historia fragmentada, y de factura exquisita, transcurre en un bloque de pisos de protección oficial de Singapur. Cada una de las ocho historias que integra la instalación se centra en un personaje al que le sorprende una nube etérea que envuelve su entorno. Las alusiones a obras de Caravaggio, Zurbarán, Magritte, Mi Fu y Wen Zhengming; la inclusión y combinación de referencias artísticas, culturales, históricas, musicales y filosóficas de Oriente y Occidente nos habla del audiovisual como catalizador de culturas, como interfaz de vivencias, como universo en el que inevitablemente estamos ya inmersos y en el que parece mantenerse siempre activada la tecla de FFW.

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